Sobre las adicciones
Por Claudio Rosso
PRESENTACIÓN
La drogadicción es un fenómeno antiguo. El consumo de sustancias tóxicas ha estado presente en todas las sociedades a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en una forma de epidemia social y en un problema global. Diferentes sustancias se han convertido en verdaderos "productos" que generan un comercio multimillonario.
Las consecuencias del uso (y abuso) de las drogas se han convertido en un campo de estudio en sí mismo. Este fenómeno se ha estudiado desde diferentes ángulos.
La ciencia (medicina, neurobiología) se ha esforzado en la investigación de las condiciones biológicas que pueden ser responsables del comportamiento compulsivo en el uso de diferentes drogas. Se han hecho clasificaciones sobre la toxicidad y el grado de dependencia física que puede crear cada sustancia. Hay investigaciones que se centran en la relación entre el abuso de drogas y los factores genéticos subyacentes. (1)
Desde el punto de vista social, hay estudios sobre los factores ambientales que pueden predisponer al consumo de determinadas sustancias: por ejemplo, el entorno social, los factores culturales, etc.
El tema del consumo de drogas también ocupa un lugar muy importante en el discurso jurídico. Las drogas que pertenecen a la misma clasificación en cuanto a su composición o efectos pueden ser consideradas de forma muy distinta en caso de que su consumo se considere ilegal en una sociedad determinada.
Es evidente que existe una multiplicidad de discursos que abordan la cuestión desde distintos puntos de vista. Por lo tanto, es necesario redefinir nuestro campo y deconstruir ciertas categorías para llegar a nuestro objeto de estudio, un objeto de estudio psicoanalítico en el campo de la adicción y analizar las posiciones que presentan la toxicomanía como una patología, estructura o entidad clínica específica.
Estos elementos básicos proporcionarán el marco para intentar una explicación del fenómeno. Por lo tanto, la tesis se organizará de dos maneras. Por un lado intentaré esbozar las características de este fenómeno en términos psicoanalíticos prestando especial atención por separado a lo que pertenece a nuestro campo de lo que no sería relevante dentro de este universo discursivo. Por otro lado, revisaré los desarrollos teóricos en psicoanálisis sobre el tema para intentar explicar los mecanismos implicados en la toxicomanía.
En el primer apartado "La categoría de adicción" presentaré una definición clásica de adicción procedente del discurso médico para compararla con un enfoque psicoanalítico. Esto me ayudará a perfilar la concepción de la adicción que se presenta en esta tesis.
El capítulo 2 estará dedicado a revisar las ideas de Freud sobre la adicción. Desde sus primeras obras hasta "El malestar en la cultura" (1930). Las ideas de Freud son sumamente importantes para comprender la categoría de objeto-droga así como el proceso de estructuración subjetiva. En este apartado también introduciré el concepto de "goce" de Lacan, una herramienta inestimable para comprender los mecanismos implicados en la toxicomanía.
En el siguiente capítulo "Intoxicación y toxicomanía" analizaré cómo diferentes autores definen la toxicomanía (o el abuso de drogas) en contraposición a un episodio casual de intoxicación por drogas. Esto nos ayudará a delimitar nuestro campo de investigación.
A continuación, examinaré el concepto de Freud de "neurosis actual" (capítulo 4). Este concepto ha sido retomado en algunas teorizaciones contemporáneas. Analizaré críticamente algunos de estos enfoques.
A continuación (capítulo 5) presentaré lo que piensan diferentes autores sobre las causas de la adicción, empezando por las ideas de Freud sobre el dolor. Mi propósito aquí es examinar las hipótesis que consideran la toxicomanía como una forma de automedicación para tratar una forma de dolor estructural.
"La toxicomanía y las estructuras clínicas" (capítulo 6) se dedicará a considerar la relación del asunto con la división nosográfica clásica sobre las estructuras clínicas en el psicoanálisis. A continuación, revisaré las referencias de Lacan a la adicción (capítulo 7), lo que me permitirá finalmente llegar a mis propias conclusiones en el último capítulo en cuanto al fenómeno de la toxicomanía.
El psicoanálisis puede proporcionar las herramientas para comprender este complejo fenómeno:
1. LA CATEGORÍA DE ADICCIÓN
Uno de los principales problemas a la hora de abordar el tema de la adicción es el hecho de que esta categoría se define dentro de muchos discursos de diferentes maneras. Está presente en nuestro discurso común, así como en diferentes campos de estudio. Este puede ser precisamente nuestro primer obstáculo, ya que el efecto de significación que tiene esta palabra podría coagular su significado y precipitar una explicación simplista.
Goodman (1990, p. 1403) define la adicción como "un proceso por el cual una conducta, que puede funcionar tanto para producir placer como para proporcionar un escape del malestar interno, se emplea en un patrón caracterizado por (1) el fracaso recurrente en el control de la conducta (impotencia) y (2) la continuación de la conducta a pesar de las importantes consecuencias negativas (ingobernabilidad)." (Goodman, 1990, p.1).
Esta definición muestra que el campo de la adicción es enorme; cualquier objeto puede ser tomado como objeto de una adicción. Las adicciones pueden incluir el abuso de sustancias, pero también el juego, la adicción al trabajo, la adicción al sexo, etc. Todos estos comportamientos se pueden calificar de "compulsivos" en relación con determinadas actividades e implican impotencia y falta de control.
Sin embargo, en esta tesis me centraré en aquellas formas de adicción en las que interviene una sustancia tóxica. Para aclarar y diferenciar de otras formas de adicción utilizaré alternativamente el significante "toxicomanía" para referirme a la forma de adicción que conlleva el uso de una sustancia tóxica.
La principal diferencia entre la toxicomanía y otras formas de adicción es la presencia de una sustancia química que se introduce en el organismo, modificándolo y proporcionando normalmente una sensación de placer o "subidón". En consecuencia, existe una modificación "real" en el organismo como resultado del acto de intoxicación química.
A pesar de que la investigación psicoanalítica (2) ha demostrado que cualquier sustancia puede ser tomada en última instancia como objeto de adicción, mis investigaciones se centrarán en las sustancias que han demostrado en otros campos ser "físicamente adictivas" (3), es decir, sustancias que producen cambios concretos en el cuerpo biológico: dicho de otro modo, sustancias que producen reacciones químicas concretas en el organismo.
No estoy sugiriendo que la conducta adictiva sea considerada como una enfermedad física, sino estableciendo el marco que facilitará mi investigación.
También debemos tener en cuenta que un enfoque psicoanalítico de este tema debe centrarse en el sujeto que toma las drogas. La distinción a nivel del objeto tiene como objetivo simplemente diferenciar las toxicomanías de las otras formas de adicción. No debemos considerar la "dependencia física" como la causa principal de la adicción.
Considerar que la dependencia física es la causa de la adicción tiene muchas consecuencias; Por un lado, se piensa en la cura como una mera "desintoxicación", tratando de extirpar la sustancia tóxica del cuerpo. Por otro, este enfoque no tiene en cuenta el papel que juega el sujeto y el funcionamiento de la sustancia tóxica en la economía psíquica.
El discurso médico es el que más ha influido en la percepción social del fenómeno de la adicción. Sylvie Lepoulichet (1990, p.21) sugiere que el discurso médico es el más influyente en cualquier definición de toxicomanía y también ha afectado a algunas de las teorizaciones psicoanalíticas sobre el tema.
La noción de farmacodependencia ha dominado claramente el siglo XX. La adicción se explica como una doble dependencia, psíquica y fisiológica, sin ninguna interrogación sobre el papel desempeñado por el sujeto.
Para establecer los fundamentos de una investigación psicoanalítica sobre el tema, revisaré las concepciones de Freud sobre la adicción desde sus primeras obras como "Escritos sobre la cocaína" (1884) hasta "El malestar en la cultura" (1930).
2. LAS TEORÍAS DE FREUD SOBRE LA ADICCIÓN
Escritos sobre la cocaína
Freud tuvo la idea de que la cocaína podía ser muy beneficiosa para sus pacientes como anestésico local. "Über Coca" fue publicado en 1884. En este texto Freud describió las propiedades de la droga cocaína y exploró sus efectos y posibilidades terapéuticas. Estudió los efectos en sí mismo y en otros.
Las propiedades de la droga incluían la capacidad de aumentar la capacidad de trabajo de la persona y permitía prescindir de la comida durante largos periodos de tiempo. También observó que tomar la droga suponía un aumento de la fuerza física.
Sus investigaciones le llevaron a creer que los seres humanos tenían una cantidad de energía disponible para el trabajo que se liberaba de alguna manera con la cocaína.
"(...)un sistema que ha absorbido cocaína, aunque sea en pequeñas cantidades, es capaz -debido a la reacción producida en el cuerpo por la coca- de acumular una cantidad mucho mayor de energía vital transformable en trabajo de 1o que hubiera poclido hacer el mismo cuerpo sin coca. Si la cantidad de trabAjo es constante, el cuerpo que ha absorbido cocaína puede funcionar bien con un metabolismo reducido, lo cual supone a su vez que necesita menos cantidad de comida. (Freud, 1884, p.116)"
Finalmente, rechazó la cocaína como instrumento terapéutico ya que descubrió que el efecto de la cocaína no era constante. Cada individuo reaccionaba de forma diferente a la droga. El efecto dependía, por ejemplo, del estado de ánimo del sujeto.
Las investigaciones de Freud revelaron que los efectos no podían relacionarse con el objeto "cocaína" como única causa y esta idea no podía ser explicada por su enfoque fisiológico.
Finalmente concluyó que la cocaína era un "objeto imprevisible": No se podían afirmar las reacciones generales a la droga (ibid., p.174) y en algunas personas existía la posibilidad de un efecto tóxico.
"Sospecho que la razón de la irregularidad del efecto de la cocaína radica en las variaciones individuales de la excitabilidad y en la variación del estado de los nervios vasomotores sobre los que actúa la cocaína. Dado que se ha prestado poca atención a este factor de predisposición individual, y que generalmente no se puede conocer el grado de excitabilidad, considero aconsejable abandonar en lo posible la inyección subcutánea de cocaína en el tratamiento de los trastornos internos y nerviosos" (ibid, p.176)
Estos argumentos expuestos tienen muchas implicaciones, ya que pueden ayudarnos a comprender las opiniones de Freud sobre el objeto-droga. Freud afirmó claramente que los efectos producidos por la droga no podían localizarse en la droga misma, sino en las condiciones y la predisposición individuales. Esto introduce una variable que no se tiene en cuenta en el discurso médico: el sujeto y sus particularidades.
Las posteriores teorizaciones de Freud al respecto establecieron una conexión entre la adicción y su concepción de la sexualidad.
En una carta a Flies en 1897 describe la adicción como un sustituto de la masturbación. "La masturbación es el único hábito principal, la 'adicción primigenia', y es sólo como un sustituto y reemplazo de ella que las otras adicciones -al alcohol, la morfina, el tabaco y similares- llegan a existir". (Masson, 1985, p. 287-289)
Freud consideraba que romper una adicción implicaba el mismo tratamiento impuesto para romper el hábito de la masturbación y que ambos eran resultado de la falta de relaciones sexuales normales. (Freud, 1898, p.268).
Afirmaba que la masturbación influía en el desarrollo de la neurosis del sujeto. Sin embargo, no estaba seguro del mecanismo de los efectos nocivos de la masturbación (si es que había alguno) (Freud 1912, p 246)
Loose (2002, p.71) propone que el tema de la masturbación jugó un papel central en el pensamiento de Freud. Sostiene que la intención de Freud al relacionar la masturbación y la adicción era demostrar la existencia de una impotencia fundamental e interna en el ser humano para experimentar el placer.
Freud no propuso una teoría de solución práctica a la cuestión de la adicción, sus referencias a la adicción están siempre conectadas a otro tema pero sugieren que el objeto de una adicción tiene una conexión con el objeto sexual.
Esta exploración de las teorías de Freud presenta otra diferencia con respecto a un enfoque clínico (médico). Donde otras teorías investigan las propiedades del "objeto-droga" o de la sustancia implicada, el psicoanálisis investiga la conexión con un objeto más primitivo, el objeto sexual.
Freud (1912, p 246) dudó en considerar la masturbación como una "neurosis actual". Algunos enfoques psicoanalíticos contemporáneos comparten esta incertidumbre de clasificación en el campo de la adicción. Veremos que algunos autores consideran la adicción como una neurosis actual.
Las investigaciones posteriores de J A. Miller sobre la adicción también relacionan la masturbación y la adicción. La masturbación parece tener un parecido con la adicción ya que ambas representan un atajo hacia la satisfacción. Miller (1993) indica que el goce de la toxicomanía no pasa por el Otro ni por el goce fálico, es decir, por evitar el marco simbólico que media la relación del sujeto con el objeto como si el sujeto pudiera prescindir del Otro para obtener la satisfacción.
Para comprender plenamente las afirmaciones de Miller es necesario profundizar en el término lacaniano "goce". En la siguiente sección esbozaré las ideas más importantes sobre "El malestar en la cultura" de Freud e introduciré el concepto de goce de Lacan
El malestar en la cultura
Las observaciones más poderosas sobre el uso de sustancias tóxicas se encuentran en El malestar en la cultura (1930) Freud sostiene que hay un estado de insatisfacción inherente al estado de cultura.
Plantea la pregunta: ¿Qué esperan encontrar los seres humanos en la vida?
Freud afirma claramente que nuestras posibilidades de felicidad están restringidas por nuestra propia constitución. Llamamos "felicidad" al sentimiento de satisfacción de necesidades que han sido reprimidas en alto grado. Sólo podemos obtener un disfrute intenso a partir de un contraste. Si una situación placentera se prolonga, "sólo produce un sentimiento de suave satisfacción" (Ibid. p. 4475)
Estas observaciones tienen consecuencias muy importantes. De las conceptualizaciones de Freud podemos deducir que el estado de "felicidad completa" es IMPOSIBLE. Esta idea puede existir como un residuo de un estado primitivo en la estructuración del sujeto; un estado indiferenciado" (1930, p.4468), cuando el yo y el mundo no eran entidades separadas.
Freud (ibid., p. 4469) afirma que el sentimiento del yo adulto es el resultado de un proceso que comienza en un estado de indiferenciación total. Primitivamente no se puede distinguir un sujeto y un objeto. Sólo hay "fuentes de excitación" que fluyen sobre él. Estas fuentes de excitación incluyen sus órganos corporales, los estímulos del mundo exterior, los pechos de su madre. En este momento mítico, este organismo no ha sido bañado en el río del lenguaje, lo que significa que el quehacer de la futura personalidad aún no se ha construido. La idea de un "exterior" aparecerá como resultado de las inevitables sensaciones de dolor y malestar. "Surge una tendencia a separar del yo todo lo que puede convertirse en fuente de tal displacer, a arrojarlo fuera y a crear un yo de placer puro que se enfrenta a un "exterior" extraño y amenazante" (Freud, 1930, p. 4467)
Esto significa que para vivir nuestra vida humana tenemos que pagar un precio. Este precio es renunciar a la satisfacción total de la relación incestuosa.
Esta misma operación es la causa del deseo. El objeto primitivo se pierde para siempre. De ahí que busquemos sustitutos por la vía del deseo.
Lo que Freud describe como "felicidad completa" puede describirse en la terminología lacaniana como "acceso al goce". Por definición, el acceso al goce es imposible. La prohibición del goce en el ser hablante (4) es el precio que se paga al entrar en el mundo del lenguaje. La descripción freudiana de un yo mítico que incluye el mundo exterior puede pensarse en términos de goce puro. Goce puro hasta la introducción del significante y el paso de un cuerpo-organismo a un cuerpo erógeno.
El significante crea una carencia (una carencia estructural) y el sujeto es cortado de un goce primordial.
No hay que confundir el goce con el "placer", aunque según Lacan el "placer" es una forma de goce "goce fálico"
El goce fálico es el goce sexual, y por tanto un placer posible. Cuando el ser humano entra en el mundo del lenguaje tiene acceso a esta forma de goce regulado.
Esta forma de goce regulada por el lenguaje funciona como una prohibición del goce del incesto como resultado de la ley de castración simbólica.
Esta forma de goce está prohibida por la razón de que el acceso a este goce sería letal para el sujeto. El acceso al objeto primordial significaría una realización total del deseo y, por tanto, la muerte.
Es evidente que la felicidad completa es teóricamente imposible; del mismo modo que el goce está prohibido para el ser hablante. El ser humano no acepta fácilmente este hecho e insiste en considerar posible esta forma de goce.
Según Freud, estamos amenazados por el sufrimiento de nuestro propio cuerpo que envejece, y también por el mundo exterior y sus fuerzas de destrucción. Pero la fuente más dolorosa de sufrimiento proviene de nuestras relaciones con otras personas (Freud, 1930 p.4475). Las fuentes de dolor son una parte inevitable de la vida "civilizada". Freud describe el uso de sustancias químicas como una de las diferentes técnicas para evitar el dolor:
Esta última cita es fundamental para entender el mecanismo de la toxicomanía, ya que sugiere que hay una diferencia entre el acto de intoxicación y la adicción a una sustancia tóxica. Además, indica que la intoxicación química puede actuar como una defensa contra la fuerza amenazante del dolor. Volveré a las ideas de Freud sobre el dolor en el capítulo 5.
3. INTOXICACIÓN Y TOXICOMANÍA
Es un hecho que las diferentes drogas y el alcohol siempre se han utilizado en la religión (como parte de los rituales), la medicina, o simplemente como una forma de entretenimiento. Sin embargo, no todas las personas que las utilizan se vuelven adictas. Por tanto, es necesario distinguir entre el uso normal y el abuso. La distinción no parece muy clara. También es esencial localizar los factores decisivos que pueden transformar un comportamiento aislado (tomar drogas o alcohol en circunstancias específicas) en toxicomanía.
La descripción que hace Freud del "hábito" de consumo de estupefacientes puede orientar nuestra primera aproximación al asunto.
El "hábito" es una mera forma de hablar, sin ningún valor explicativo. No todos los que tienen ocasión de tomar morfina, cocaína, hidrato de cloral, etc., durante un período, adquieren de este modo una "adicción" a ellos. Una indagación más profunda suele mostrar que estos narcóticos están destinados a servir -directa o indirectamente- como sustituto de la falta de satisfacción sexual; y siempre que la vida sexual normal no puede restablecerse, podemos contar con certeza con la recaída del paciente." ( Freud 1898, p 467)
En esta cita Freud relaciona claramente la adicción con la sexualidad. Aunque esta diferenciación no es del todo clara, podemos deducir que Freud separa por un lado la "intoxicación" y por otro la "adicción".
Como he explorado en el capítulo anterior, el acto de intoxicación es una de las formas de abordar la cuestión de las fuerzas amenazantes inherentes a nuestro estado de cultura. La adicción, en cambio, aparece como un medio de satisfacción cuando se carece de una vida sexual normal.
En estos términos, la diferencia está relacionada con la causa del uso de las drogas, una causa que está presente en el interior del sujeto y no en la droga misma (morfina, cocaína, hidrato de cloral, etc.).
Según Le Poulichet (1990) la diferencia entre la toxicomanía y el consumo de drogas se define por un mecanismo muy característico. Ella denomina "operación pharmakon" al mecanismo específico que crea una toxicomanía. (1990, p. 51). Es decir, que en lugar de buscar las causas de lo que socialmente se concibe como "adicción", ella conceptualiza las condiciones que perfilarían la toxicomanía bajo un marco psicoanalítico.
Las condiciones para que aparezca este mecanismo de "pharmakon" están relacionadas con ciertas particularidades en la estructuración del sujeto que dan lugar a la incapacidad de éste para hacer frente a un dolor primitivo. Exploraremos este mecanismo con más detalle en el capítulo 5.
Héctor López (2005) hace esta distinción entre intoxicación y toxicomanía en función del grado de afectación de la subjetividad. Así, la intoxicación puede describirse como un episodio aislado en el que la subjetividad no se ve afectada. Estos episodios implican que el sujeto elija activamente el momento, la condición y el tipo de sustancia involucrada. Por el contrario, describe la toxicomanía como un "estado del ser". Considera que se trata de un "estado límite del ser". No puede considerarse como una "estructura" distinta en los grupos diagnósticos freudianos, sino como un "estado permanente del sujeto". Este estado define al sujeto como tal. Hay una identificación que barre cualquier otro rasgo del sujeto. La subjetividad es barrida. (ibid.)
López explica esta diferencia de la siguiente manera: Un episodio aislado no se convierte necesariamente en toxicomanía. Sin embargo, un encuentro fortuito con una determinada sustancia podría dar lugar a una toxicomanía. El factor decisivo es el sujeto.
En palabras de Rik Loose "la adicción es una causa y un efecto. La causa de la adicción no puede conocerse a priori y esta causa sólo puede ser articulada por el sujeto". (Loose, 2002. p.110) La causa última del efecto está en el sujeto y sólo éste puede articular algo sobre el síntoma de la adicción.
Rik Loose (ibid. p. 80) también describe formas de adicción estructuradas simbólicamente. Sostiene que esta forma de adicción puede basarse en la identificación con alguien. Este tipo de adicciones aparecen como resultado de una identificación con un ideal, es decir, un rasgo de alguien querido o admirado.
Esta forma de adicción "estructurada simbólicamente" no puede considerarse como toxicomanía, pero puede ayudarnos a delimitar la línea de separación entre otros enfoques y una visión psicoanalítica. En primer lugar, porque un objeto de estudio psicoanalítico se basa en los dichos del sujeto en transferencia. Por lo tanto, el comportamiento es secundario. Esta forma de adicción puede implicar un patrón de comportamiento similar, pero sus mecanismos subyacentes pueden ser completamente diferentes.
Una "adicción estructurada simbólicamente" es diferente de la toxicomanía, ya que puede considerarse un síntoma psicoanalítico, es decir, la resolución de un conflicto subyacente mediante un compromiso simbólico. Veremos que las toxicomanías, en cambio, no constituyen un síntoma en el sentido psicoanalítico de la palabra.
Estas observaciones confirman que al abordar la cuestión de la adicción y sus posibles "causas", todo enfoque psicoanalítico considera al sujeto como el factor más importante, y no al objeto-droga. Independientemente de la sustancia (y sin despreciar su valor real) es la posición del sujeto la que realmente determina los efectos subjetivos del consumo de drogas.
4. LA ADICCIÓN Y LAS NEUROSIS ACTUALES
En el capítulo 2 he explorado la concepción de Freud sobre la adicción y sus puntos de vista sobre la masturbación como la forma primitiva de adicción. Surge una pregunta: ¿Por qué Freud no estaba seguro de si la masturbación debía ser considerada una neurosis actual?
Tratar de responder a esta pregunta también arrojará algo de luz sobre la cuestión de la clasificación de las toxicomanías. Por lo tanto, es indispensable revisar el concepto de neurosis actual de Freud para ver si este concepto puede ser útil en nuestra comprensión de la toxicomanía
Al principio de su carrera Freud estableció dos categorías principales en su campo clínico, las neurosis actuales y las psiconeurosis.
Ambos tipos de neurosis aparecen como resultado de la incapacidad psíquica de dominar una acumulación de excitación sexual. Hay que tener en cuenta que la fuente de la excitación sexual proviene del cuerpo. El concepto de "pulsión" da cuenta de ello.
un concepto en la frontera entre lo mental y lo somático, como representante psíquico de los estímulos que se originan en el organismo y llegan a la mente, como medida de la demanda de trabajo que se hace a la mente como consecuencia de su conexión con el cuerpo (Freud, 1915, p. 118)
La distinción entre las neurosis actuales y las psiconeurosis se encuentra en la naturaleza de la excitación. En las psiconeurosis la excitación es de naturaleza psicológica y da lugar a un conflicto psicológico. El conflicto psicológico es precisamente la definición psicoanalítica de "síntoma". En las neurosis actuales esta excitación es sólo de naturaleza somática; Freud la llama "excitación sexual somática" (Freud, 1912 p.2562) que no está vinculada a un representante psíquico. En las neurosis actuales la causa es "actual" (presente), es decir, no admite "ser remontada histórica o simbólicamente a vivencias operativas" (ibid. p.2571). En las neurosis actuales no tienen lugar los mecanismos que se encuentran en los síntomas psiconeuróticos (condensación, desplazamiento). Freud consideraba que los "síntomas" de las neurosis actuales no podían ser analizados, dejando el campo de las neurosis actuales fuera de la relevancia psicoanalítica.
Podríamos especular que en las neurosis actuales falta un proceso. Lo que debería ser transferido del cuerpo a la esfera psíquica a través de una conexión con un representante (es decir, un elemento simbólico) no tiene lugar.
Freud sostuvo que las neurosis actuales son una "expresión directa tóxica" (1925, p.4203). Lo tóxico proviene del interior del cuerpo y no puede ser tratado por medios simbólicos.
Ann De Rick (2002) retoma las ideas de Freud sobre la neurosis actual para intentar una explicación de los mecanismos implicados en la toxicomanía. Ella argumenta que esta incapacidad para tratar simbólicamente una toxicidad del cuerpo da lugar a que la tensión se "transforme en angustia y en equivalentes somáticos de la angustia en lugar de ser procesada psicológicamente". (De Rick, 2002 p.122). Su hipótesis es que patologías como el abuso de sustancias, la automutilación, los fenómenos psicosomáticos son trastornos de la personalidad límite y pueden clasificarse bajo la etiqueta nosográfica de "neurosis actuales".
Para evaluar el valor real de este concepto, es importante recordar que las tres grandes categorías diagnósticas del psicoanálisis no tienen el propósito de clasificar a cada sujeto humano (según sus patologías) sino que funcionan como un organizador estructural.
Siguiendo las teorizaciones de Lacan, estas estructuras están determinadas por la lógica de la castración. No preexisten al sujeto.
Su valor teórico reside precisamente en el hecho de que explican las complejidades de la estructura psíquica humana utilizando el mínimo de elementos (5). De ahí que no tengamos una multiplicidad de entidades clínicas en función de sus signos y síntomas, como se encuentra en el DSM IV.
El enfoque de De Rick parece confundir el psicoanálisis con la psicología. La neurosis, la psicosis y la perversión definen estructuras, y no un conjunto de signos sintomáticos.
No debemos utilizar las categorías diagnósticas psicoanalíticas reproduciendo el modelo de la medicina y la psiquiatría como si los clínicos "supieran" sobre el paciente y, por lo tanto, pudieran colocarlo en una o varias categorías.
Otro problema al que nos enfrentamos cuando analizamos la toxicomanía como perteneciente a lo que Freud llamaba una neurosis actual es la cuestión de la falta total de actividad simbólica. "No hay procesamiento simbólico imaginario de lo Real en el neurótico actual, los síntomas sólo existen a nivel del cuerpo" (De Rick, 2002 p.128)
Aunque la fuente de estos estímulos "tóxicos" esté en el cuerpo y el medio de tratamiento afecte directamente al cuerpo, podríamos argumentar que decir que no hay un correlato psíquico y una inscripción simbólica (aunque ésta pueda ser una inscripción rudimentaria) es impreciso. Siempre hay un procesamiento simbólico - imaginario, la somatización no se produce sin un significado simbólico. Decir "somatización" sin procesamiento simbólico es una contradicción en sí misma.
Héctor López (2005) sostiene que este atajo tóxico a través del cuerpo no puede considerarse ni un acto reflejo ni un comportamiento no mediado. Los efectos producidos por el tóxico son absolutamente particulares y dependen del contexto discursivo. Esto indica la existencia de procesos simbólicos y de una actividad fantasmática particular: el valor de la droga reside precisamente en su valor simbólico.
La posición de Rik Loose respecto al uso del concepto de neurosis actual para describir los mecanismos implicados en la adicción también presenta algunas contradicciones conceptuales. Sostiene que considerar la adicción como una neurosis actual la convertiría en una entidad clínica separada de las demás estructuras clínicas y sus síntomas (2002, p 218). Como la intoxicación química no es un síntoma en términos psicoanalíticos, no puede ser resuelta.
Sostiene que algunas adicciones crónicas tienen su raíz en la neurosis actual
"El procesamiento químico de la neurosis actual es una cuarta forma de adicción y es una forma de adicción que tiene su propia relación frente al Otro. Esta modalidad de relación se caracteriza por la administración autónoma del goce que funciona como gobernante o regulador de un real insoportable; un real que amenaza con aniquilar al sujeto en la neurosis actual." (ibid, p.220)
Estas ideas sugieren que la neurosis actual puede ser la raíz de algunas adicciones y/o la neurosis actual describe una cuarta forma de adicción: es decir, adquiere una función en relación con el Otro diferente de las tres estructuras clínicas clásicas. Esta utilización del concepto freudiano no da cuenta de un mecanismo específico sobre la adicción para el psicoanálisis. Además, añade oscuridad a las teorizaciones.
Habría que preguntarse si esta reintroducción del concepto freudiano de neurosis actual en los enfoques contemporáneos ha sido útil.
La respuesta sería que puede ser útil para comprender la naturaleza de los mecanismos implicados en la toxicomanía, siempre que tengamos en cuenta su relación con las tres grandes categorías del psicoanálisis.
Freud sugiere que en el caso de la Neurosis Actual el psicoanálisis sólo puede ayudar de manera indirecta.
un tratamiento analítico puede tener un efecto curativo indirecto sobre los síntomas "reales". Puede hacerlo o bien permitiendo que las noxas actuales sean mejor toleradas, o bien permitiendo al enfermo escapar de las noxas actuales mediante un cambio en su régimen sexual. Estas serían perspectivas deseables desde el punto de vista de
nuestro interés terapéutico. (1912 p. 2571).
Si consideramos que la toxicomanía es una forma de neurosis actual, podemos especular que el sujeto sufre como resultado de la influencia de dos tipos de noxas.
La primera proviene del ámbito del cuerpo y podría ser de naturaleza más "primitiva" o estructural. Podríamos añadir provisionalmente que la toxicidad surge como resultado de un déficit en el procesamiento simbólico.
En el próximo capítulo exploraremos la relación entre este déficit estructural y la concepción del dolor.
Yo añadiría un segundo tipo de noxa que también emana del cuerpo pero, en este caso, como resultado de cambios biológicos en el sistema nervioso producidos por el uso continuado de ciertas sustancias tóxicas.
En cualquier caso, el interés del concepto de Neurosis Actual es sólo descriptivo.
5. CAUSAS DE LA ADICCIÓN
En los apartados anteriores he mencionado los enfoques psicoanalíticos más importantes de la cuestión de la toxicomanía para diferenciarlos de un enfoque clásico. De Freud aprendemos que el psicoanálisis sitúa la "causa" en el nivel del sujeto, y no de la sustancia.
El concepto de neurosis actual plantea que la toxicomanía aparece como una reacción a algo que ocurre en el ámbito del cuerpo La sustancia tóxica es una forma de hacer frente a esta otra "toxicidad" que emana del cuerpo. Podemos decir provisionalmente que la toxicomanía es una defensa contra esta toxicidad.
También he sugerido que existen mecanismos específicos que subyacen al fenómeno de la toxicomanía.
En este capítulo exploraré los diferentes puntos de vista sobre estos mecanismos y examinaré las posibles "causas" de la adicción.
Para arrojar algo de luz sobre esta cuestión, repasaré los puntos principales de la concepción del dolor de Freud y su relación con el concepto de "goce" de Lacan. Esto proporcionará las bases para estudiar el caso de la toxicomanía como una forma de lidiar con el dolor, o en términos lacanianos, para lidiar con un goce insoportable.
También examinaré ampliamente las ideas de Loose sobre la toxicomanía y su concepto de "administración del goce".
Las ideas de Freud sobre el dolor
En "Más allá del principio del placer" Freud describe el mecanismo del dolor. Lo ilustra comparándolo con una "vesícula de una sustancia susceptible de ser estimulada" (Freud, 1930, p 3730).
Esta vesícula tiene una barrera contra los estímulos. Estos estímulos pueden provenir tanto del mundo exterior como del interior.
"Calificamos de 'traumática' cualquier excitación procedente del exterior que sea lo suficientemente potente como para atravesar el escudo protector. Me parece que el concepto de trauma implica necesariamente una conexión de este tipo con una brecha en una barrera por lo demás eficaz contra los estímulos". (ibid, 3732)
Freud compara estos estímulos con las pulsiones y sostiene que cuando el psiquismo está bajo la influencia del dolor, todos los recursos psicológicos se concentran en ocuparse de la parte del cuerpo afectada y "vaciar el ego" (Freud, 1926. p 4323). La libido y el interés del yo no se pueden distinguir. Hay muchas modificaciones como resultado del dolor, toda la libido se retira de los objetos y se concentra en los órganos que nos dan dolor. En Inhibición, síntoma y angustia (1926) Freud sitúa otra forma de dolor, el dolor psicológico. Esta forma de dolor surge con la pérdida de un objeto. Esta situación presenta la misma "economía de catexis" que el dolor físico, pero en lugar de concentrarse en la representación de la parte del cuerpo lesionada, la catexis de añoranza se concentra en el objeto extraviado o perdido (ibid, p. 4323).
Freud explica que un bebé no puede distinguir una ausencia "temporal" de una "pérdida", por lo que, cuando no puede ver a su madre, se comporta como si no fuera a verla nunca más. (Ibid p. 4322). En otras palabras, el bebé no tiene las herramientas simbólicas para inscribir esta situación traumática. Esta explicación parece sugerir que el dolor aparece cuando no se ha introducido la dimensión de la "ausencia".
Cuando el sujeto entra en el mundo del lenguaje pierde su cuerpo real como organismo. Esta separación de lo real del cuerpo a través de su elaboración simbólica es también lo que mantiene al sujeto separado del goce. Cuando hay un "agujero" en esta barrera simbólica, el dolor aparece como respuesta inmediata a la invasión del goce y de lo real del cuerpo.
A continuación, exploraré las ideas que presentan a la toxicomanía como un mecanismo para lidiar con el dolor.
Anulación del dolor
Algunas sustancias tóxicas tienen la capacidad de "cancelar" el dolor. Este es precisamente uno de sus efectos más importantes.
Según Héctor López (2003, p 142) el sujeto de la adicción sufre de "algo" de lo que no puede escapar ya que tiene el mismo estatus de una pulsión. Afirma que el dolor es la incapacidad de ligar la energía pulsional a cualquier representación y lo describe como el correlato consciente del "goce" "Lo que es goce en una instancia es dolor en la otra" (ibid. p 145)
Explica que este dolor se experimenta como resultado de la ruptura de las defensas contra el goce. De ahí que la sustancia tóxica sea necesaria para tratar el dolor.
"Dolor y anulación química son términos complementarios (...) el problema del adicto es el dolor, y el mecanismo empleado como defensa: la anulación" (ibid. p. 149 mi traducción).
El dolor surge como resultado de la imposibilidad de vincular la energía pulsional a una representación. López (2005) lo llama "síntoma en lo real": El sujeto no tiene los mecanismos para anudar el goce y el significante para generar un síntoma neurótico.
La cercanía del sujeto al goce se siente como dolor. El dolor es la ruptura de las defensas y la invasión de la dimensión real del goce. La intoxicación se convierte en el tratamiento más eficaz contra esta invasión, ya que crea una "barrera química" contra la angustia.
La toxicomanía es, pues, la solución que encuentra el sujeto para defenderse de algo insoportable. Según Héctor López (2005) el sujeto no es capaz de lidiar con la privación. Sostiene que hay una "privación estructural" en todo sujeto. si un sujeto ha pasado por la castración. Hay un estado de abstinencia permanente respecto a la satisfacción total.
En el adicto la "abstinencia" es el retorno de una abstinencia estructural. El consumo de drogas es la solución aparente. Pero hay que distinguir claramente esta solución y la satisfacción.
Su hipótesis es que, por un lado, la satisfacción no puede pensarse como algo inmediato sino como un recorrido metonímico y una producción metafórica. Podemos decir que habiendo aceptado la imposibilidad de una satisfacción completa con el objeto, todavía hay un camino hacia la satisfacción. Esto implica el desvío del lenguaje y del deseo, el placer de lo simbólico
El adicto es incapaz de llevar a cabo esta tarea y es precisamente ahí donde entra en escena la sustancia. El encuentro con una sustancia tóxica proporciona una sensación que puede llevarle a creer que el objeto de satisfacción está al alcance de sus manos.
El Pharmakon
Sylvie le Poulichet (1990) teoriza sobre la especificidad de este mecanismo. Lo denomina "operación pharmakon".
La palabra "pharmakon" en los textos de Platón tiene un significado indecidible. (1989, Silverman) Entre los significados contradictorios se incluyen: "una droga, un remedio curativo o una medicina, una poción encantada o un filter, un encanto o un hechizo, un veneno, un medio para producir algo, un tinte o una pintura". Derrida (citado por Silverman, 1989, p. 8) insiste en que cuando Platón contextualiza esta palabra, la multivalencia de la palabra permanece en el texto griego.
Le Poulichet (1990, p.53) distingue la operación del pharmakon del campo más amplio del abuso de sustancias. El pharmakon puede describirse como la operación que "da" un cuerpo al sujeto. Cuando el pharmakon no está, el sujeto siente que le falta algo.
Una de las metáforas más ricas utilizadas para describir esta operación proviene de uno de sus pacientes que describe la operación del pharmakon como un "miembro fantasma". Un miembro fantasma es una consecuencia frecuente de la amputación de una extremidad; este miembro se convierte en la fuente de dolor, aunque en realidad ya no forma parte del cuerpo.
Esta paradoja sitúa la afección en la frontera entre las esferas psíquica y somática. La sustancia tóxica tiene la capacidad de crear la imagen de un miembro que no forma parte del cuerpo pero que duele. Se trata de una imposición al sujeto.
Le Poulichet añade que este fenómeno parece estar relacionado con una forma de "alucinación" que tiene lugar cuando la droga no está, es decir, en abstinencia. (ibid. p.54)
El pharmakon representa la anulación tóxica del dolor y aparece como resultado de un déficit o "agujero" en la elaboración simbólica del cuerpo.
Esta forma de tratar el dolor es explicada por Rik Loose en términos de la relación del sujeto con el goce. Lo conceptualiza como "administración del goce". En el siguiente apartado resumiré la idea del autor sobre la toxicomanía y su hipótesis sobre el tema.
Administración del goce
Rik Loose define la toxicomanía como "la búsqueda por parte del sujeto de un objeto que pueda ser administrado a voluntad, que satisfaga el deseo y regule o mantenga el goce en un nivel ideal". (Loose, 2002, p. 174)
Introduce el concepto de "administración". Este concepto funciona como bisagra entre las estructuras clínicas y la adicción y distingue entre la toxicomanía y el uso ordinario de alcohol y drogas. (ibid, p.135)
Etimológicamente "administración" viene del latín administrare, que significa ministrar. Un ministro es un servidor.
Considera que es un significante adecuado ya que "la adicción es la esclavitud al goce (goce), así como al lenguaje. La adicción es una cuestión de que el sujeto está atrapado, como ministro o esclavo, entre dos amos y se caracteriza por la elección del sujeto por (ir "a saco") el Uno (del goce) en lugar del Otro (del lenguaje)" (ibid. p .136)
Esto tiene importantes implicaciones, ya que introduce un nuevo elemento: la responsabilidad del sujeto. El autor sugiere que la toxicomanía es la respuesta que el sujeto elige para obtener satisfacción. Y al mismo tiempo evita tener que tomar el desvío del lenguaje (el camino simbólico del deseo hacia una satisfacción parcial).
Sostiene que el deseo del Otro es problemático para los adictos. Por eso esta "administración a voluntad" es una forma de evitar el encuentro con el deseo del Otro. En otras palabras, es una forma de satisfacción ampliamente independiente del Otro. El encuentro con el Otro implica un riesgo, que es precisamente lo que el sujeto de la adicción no puede soportar. Es incapaz de aceptar que el objeto causa del deseo está irremediablemente perdido para el sujeto. (ibid. p. 154)
Describe dos formas de toxicomanía: Una primera forma que tiene como objetivo "Otro goce" más allá del placer y otra forma como "protección contra la pulsión de muerte del goce del cuerpo". (Loose, 2002. p. 185). La "toxicidad" que emana de las partes "reales" no simbolizadas del cuerpo puede convertirse en una causa de sufrimiento.
Esta idea sugiere que el proceso de pérdida del cuerpo como organismo no ha sido del todo exitoso, y esto muestra sus efectos tóxicos.
En este segundo caso, la toxicidad se sitúa en el nivel del sujeto. El lenguaje no tiene éxito en la tarea de mantener el cuerpo real a distancia. También argumenta (ibid. p. 189) que los efectos de las drogas pueden compensar la falta de la función del significante que es regular el goce y "mantener a raya la angustia". Las drogas o el alcohol funcionan como barreras contra el dominio letal más allá del placer ordinario.
Sin embargo, la primera forma de toxicomanía descrita por el autor aparece como problemática. Cuando se refiere a este "Otro goce" más allá del placer inferimos que se refiere a la intención del sujeto de escapar de los límites impuestos por la castración. En Lacan el concepto de "Otro goce" se utiliza para describir una forma de goce más allá de la forma sexual (fálica). Esto caracteriza el goce femenino. Sin embargo, Rik Loose no es explícito al respecto.
Rik Loose describe dos causas de la adicción determinadas simbólicamente, que están entrelazadas. La primera causa se refiere a la carencia estructural que el sujeto de la adicción quiere deshacer y la segunda al "conocimiento inconsciente en lo real" como efecto de las drogas y el alcohol que pueden "enganchar" al sujeto. (Loose, 2002, p. 223).
Sostiene que el "conocimiento en lo real" es diferente al "real en la ciencia". Se trata de un conocimiento que está relacionado con lo real del inconsciente del sujeto. Tiene una relación con el sentido, ya que quiere encontrar una expresión de un goce inexpresable. Por eso también la causa última de los diferentes efectos de las drogas se encuentra en el lenguaje (Loose, 2002, p. 224).
Los adictos suelen describir lo que experimentan bajo los efectos de una determinada droga como un acceso a "otro nivel", sugiriendo que estas experiencias particulares son únicas y especiales, y están prohibidas para las personas que no consumen drogas. Estas experiencias pueden ser únicas, pero su efecto depende en última instancia del significante.
"Este "conocimiento en lo real" son precisamente los significantes que han afectado a los sujetos desde el principio y sin su conocimiento (...) Los primeros encuentros entre el sujeto y los significantes del otro son de suma importancia en la relación causa-efecto entre las drogas y sus efectos específicos para el sujeto"
(Loose, 2002, p. 224)
Es decir, existe una imposibilidad de determinar las causas de la adicción a priori. La complejidad de la cuestión radica precisamente en que las toxicomanías se construyen sobre la base de la relación particular entre la historia de cada sujeto y la droga objeto.
Algunos adictos describen sus experiencias como un acceso total al placer. El acceso al goce total no existe. Por definición esto se pierde. Estas experiencias descritas por los sujetos sobre un placer inmenso, un "paraíso en la tierra" pueden ser engañosas. Uno podría estar tentado a pensar que estas experiencias podrían ser la causa de la compulsión a repetirlas una y otra vez o considerarlas como una experiencia positiva. Pero esta "ilusión de goce" puede explicarse fácilmente como determinada por el discurso.
La causa de este "placer último" es la expresión del alivio de la tensión. La condición previa es la existencia de un estímulo suficientemente fuerte a nivel del cuerpo.
Rik Loose describe la toxicomanía como una "bisagra" con las estructuras clínicas. En el próximo capítulo exploraré la relación entre la toxicomanía y las estructuras clínicas. Esto puede ayudarnos a entender el funcionamiento de la toxicomanía en la economía de cada sujeto en particular pero con el marco de las tres estructuras clínicas (Neurosis, Psicosis y Perversión). Cada una establece una relación particular del sujeto con el Otro.
6. LA TOXICOMANÍA Y LAS ESTRUCTURAS CLÍNICAS
Como se mencionó anteriormente, diferentes autores en psicoanálisis categorizan la adicción como una estructura clínica distintiva, una patología de frontera o una entidad clínica independiente. Cabe preguntarse si las categorías del psicoanálisis freudiano siguen siendo pertinentes.
Las estructuras del psicoanálisis se organizan en torno al "complejo de castración" y a la respuesta del sujeto frente a este complejo. La respuesta esboza la neurosis, la perversión o la psicosis.
Héctor López sitúa la toxicomanía como un mecanismo específico pero distingue este mecanismo de la forclusión, la represión o la renegación. "La anulación del dolor como mecanismo específico de la toxicomanía se refiere a una estructura clínica particular donde el "complejo adictivo" es un efecto sintomático" (López p152)
El mecanismo específico implicado puede coexistir con alguno de los otros tres y, por tanto, no constituye una estructura diferente. Este mecanismo puede distinguirse de la represión ya que ésta constituye una barrera simbólica contra la amenaza de lo real. (López, 2005) Esta barrera es frágil, pero significa que el sujeto ha "aceptado" la falta original. La intoxicación química refuerza esta barrera simbólica. Le Poulichet (1990, p. 121) describe esta forma o toxicomanía como un "suplemento" porque añade una estabilidad precaria al yo cuando el síntoma no es eficiente contra la amenaza de algo insoportable. El síntoma se caracteriza por la división subjetiva. En esta forma de toxicomanía, se refuerza la consistencia del Yo, por lo que el sujeto puede imaginarse como "ser uno", es decir, tener un Yo unificado. (López 2005)
En esta forma de toxicomanía existe un montaje adictivo que se utiliza como método para alcanzar una "prótesis narcisista" (Le Poulichet, 1990 p.134). Estos sujetos no sufren la amenaza de la invasión del Otro (el caso de las Psicosis) sino la amenaza de la castración.
La perversión se caracteriza por el hecho de que el sujeto sustituye la falta por un objeto, conservando un goce particular relacionado con un objeto específico. El objeto "droga" no tiene un valor fetichista, el adicto busca el efecto producido por la droga y no el objeto mismo, que es intercambiable. Es un "producto a consumir". (López, 2003, p.153). En la Perversión, el sujeto "conoce" el goce.
La toxicomanía puede tener un sentido muy diferente en la psicosis, donde puede actuar como "suplencia" (Le Poulichet, 1990. p. 121) de la insuficiencia del Nombre-del-Padre.
Aquí, la existencia del sujeto está en peligro. La toxicomanía pretende controlar el cuerpo. La ausencia del Otro simbólico deja abierta la amenaza constante de un goce no mediado por los significantes.
Le Poulichet afirma que no todos los casos que presentan la toxicomanía como "suplencia" significan necesariamente una psicosis. Podría haber un cierto fracaso en la función paterna donde la droga desempeña el papel de remediar una apertura parcial al goce.
Cuando significan psicosis, estas formas de toxicomanías responden a la insuficiencia del significante del Nombre-del-Padre. Estructuralmente, el cuerpo no se ha perdido del todo. La dimensión de la "ausencia" es desconocida, por lo que las toxicomanías (o la operación pharmakon, como las llama el autor) organizan un circuito con la intención de bloquear la invasión de ese Otro omnipresente.
7. EL MATRIMONIO CON EL FALO
Lacan no elaboró una teoría sobre la adicción. Sus referencias al tema fueron siempre en el contexto de la elaboración de los principales conceptos psicoanalíticos y no una teorización específica de la toxicomanía. La referencia más importante de Lacan al asunto se encuentra en un texto de 1975 "journée d'étude des Cartels de l'Ecole freudienne. Séance de Closure"
En este texto analiza la relación entre la angustia y la castración. La castración es la operación que puede liberar al sujeto de la angustia. Plantea la pregunta "¿qué es la angustia?". (Lacan, 1975 p. 1623)
Se refiere al famoso caso clínico de Freud "el pequeño Hans" y define la angustia como localizada en un punto de la evolución cuando el niño "se da cuenta de que está casado con su pene" (5) (ibid, p 1623 mi traducción).
Empieza a percibir sensaciones de su "pequeño pito" (petit-pipí) y eso le hace darse cuenta de que "...no hay nada mejor que hacer de (faire) falo, lo cual es obviamente una complicación (...)"(6)
Esta complicación es la fobia de Hans. Hans tendrá que recorrer todos los caminos y cumplir con la necesaria transformación simbólica de este "willy-falo" para formar parte del mundo simbólico. Este mundo simbólico en el que la "ley sexual" permite simbolizar el pene real como instrumento (el falo). (López, 2002, p.92)
La niña también tiene la misma complicación, aunque es más afortunada (heureuse). Tardará algún tiempo en darse cuenta de que no tiene el pajarito, por lo que su ansiedad es en referencia la afligida por este motivo. (7)
Una de las formas de lidiar con esta aflicción es el uso de drogas
"Todo lo que permite escapar de este matrimonio (con el falo) es evidentemente muy bienvenido, esa es la razón del éxito de la droga, por ejemplo; no hay otras definiciones para la droga que esta: es lo que permite romper el matrimonio con el pajarito"
( Lacan, citado por Loose, 2002, p.221) (8)
Este matrimonio con el falo se refiere a la ilusión de creer que el falo no constituye un obstáculo para la relación sexual. Lacan también está sugiriendo que el sujeto no acepta los límites impuestos por el falo como regulador del goce.
En este contexto podemos especular que Lacan se está refiriendo a un mecanismo que apunta a escapar de la castración. Es decir, configurar una respuesta a la falta estructural inaugurada por la castración.
CONCLUSIÓN
El tema de la drogadicción es un fenómeno muy complejo y muchos discursos tratan de definirlo. Parece que hay una explicación del fenómeno en cada discurso. Estas explicaciones aparecen como resultado de la búsqueda de una "causa" de la adicción. Hay que tener en cuenta que no corresponde al psicoanálisis responder a esa búsqueda, sino intentar comprender el asunto con las herramientas de que disponemos.
He intentado deconstruir esta categoría para llegar a un objeto de estudio psicoanalítico, e imponer mis propios límites, ya que el campo de la adicción es enorme. He centrado mi investigación en las drogas que pueden provocar cambios en el cerebro físico si se consumen durante un largo periodo de tiempo. Sin embargo, para el psicoanálisis la importancia de las cualidades del objeto-droga son secundarias; la verdadera cuestión se sitúa a nivel del sujeto y de la relación que establece con ese objeto concreto.
He explorado diferentes autores de la literatura psicoanalítica para demostrar que la intoxicación y la toxicomanía (adicción a las drogas) deben ser claramente distinguidas. No todas las personas que consumen drogas como uso recreativo se vuelven adictas a ellas. El factor decisivo es el sujeto. Una adicción se desarrolla bajo ciertas condiciones subjetivas.
La toxicomanía aparece como una automedicación para tratar algo que emana del ámbito del cuerpo. Las ideas de Freud sobre el dolor mostraron que hay un dolor psíquico que retoma el modelo del dolor físico, y que se produce cuando el sujeto no tiene las herramientas simbólicas para hacer frente a los estímulos traumáticos. En la terminología lacaniana, se trata de hacer frente a un goce insoportable.
Esta incapacidad de gestionar el goce por la vía del procesamiento simbólico hace que el uso de drogas configure una vía no sintomática para alcanzar cierta estabilidad, es decir, la toxicomanía no constituye un síntoma en el sentido psicoanalítico de la palabra.
Una de las formas de describir el mecanismo de la toxicomanía es la concepción freudiana de las neurosis actuales. La descripción es válida, pero el uso del concepto en la literatura contemporánea es problemático en relación con la división nosográfica existente o las estructuras clínicas.
Las toxicomanías se caracterizan por un encuentro casual con la sustancia que hace creer al sujeto que el objeto de satisfacción está al alcance de su mano. En este sentido el objeto-droga se conecta con el objeto primitivo, sexual.
Así, el uso de la droga se convierte en la respuesta más adecuada para hacer frente a este dolor que emana del cuerpo. Las condiciones particulares para que esto ocurra son singulares y tienen que ver con la historia o con ese sujeto. En el momento siguiente, esta solución ya no funciona y al mismo tiempo se han producido cambios en lo "real" del cuerpo que añaden intensidad a esta dimensión del dolor.
No hay suficientes particularidades para considerar la toxicomanía como una patología, estructura o entidad clínica específica, se trata del sujeto y de la forma en que ha organizado una respuesta a la cuestión de un dolor estructural o de la falta. Hay una incapaidad de hacerlo a través de un síntoma simbólico.
Hay una falta de elaboración simbólica y un atajo hacia una forma de placer, una especie de paraíso que dura poco tiempo. Podríamos añadir que mientras esto sea así no estamos ante un verdadero "problema".
También debemos tener en cuenta que el verdadero problema no se define por los peligros que el consumo de drogas tiene para la salud física. Aunque eso puede ser cierto hasta cierto punto, este no es el campo del psicoanálisis. El psicoanálisis opera con el sujeto y es una "práctica" del sujeto, no opera sobre las identidades sociales. Hay que tener en cuenta que la gravedad del comportamiento compulsivo se define por el grado de falta de subjetividad e inercia.
El campo de la toxicomanía no constituye una estructura clínica, es un mecanismo paradójico de autoconservación, ya que esboza una respuesta temporal o crónica a la cuestión de la falta.
Las particularidades de la estructuración del tema de la adicción deben leerse teniendo en cuenta las estructuras clínicas freudianas: Psicosis, Neurosis y Perversión. Además de esto, un diagnóstico claro puede darnos las herramientas para dirigir la cura. Un sujeto puede relacionarse con una sustancia de múltiples maneras, por lo que es imposible hacer una generalización y considerarlo como una estructura clínica independiente. El estado de adicción puede tener roles muy diferentes en una Psicosis, Neurosis o Perversión. Debemos tener en cuenta que estamos tratando con sujetos, no con adictos.
El tratamiento de la toxicomanía a través de la terapia psicoanalítica puede ser eficaz, pero es necesario instalar en el sujeto que padece una forma de toxicomanía, la necesidad del discurso. Para empezar a poner en palabras la situación, para configurar otra opción a la "solución" que se encuentra en el uso de las drogas.
Es un obstáculo considerar la adicción como una entidad clínica específica o una patología particular en el campo del psicoanálisis. La evidencia de los signos diagnósticos puede hacer que los clínicos se olviden de las particularidades de cada caso.
La droga no es el verdadero tóxico. Lo tóxico es la dimensión del dolor que invade al sujeto: un goce insoportable.
La mayoría de las teorizaciones psicoanalíticas dan cuenta de una insuficiencia del lenguaje para mantener a distancia lo real del cuerpo. Sostienen que hay un fallo de déficit en el proceso de estructuración del sujeto. Pero no especifican por qué la toxicomanía sería la respuesta "elegida" para tratar este problema.
Si es así, las toxicomanías no constituyen ninguna patología particular, sino una respuesta específica a la cuestión general del goce y la castración. Los efectos de las drogas compensan la falta de función del significante que regula el goce.
Considerada como una forma de dolor estructural, o de insuficiencia de la función simbólica, la toxicidad se sitúa siempre a nivel del cuerpo. Y el abuso de sustancias no sería más que una forma de automedicación para hacerle frente.
NOTAS
1 Hay varios ejemplos de estas investigaciones, uno de ellos es Molecular Basis of Long-Term Plasticity Underlying Addiction, de Eric J. Nestller. Revista Nature, febrero de 2001. Volumen 2 Macmillan Magazines Ltd. Nueva York.
2 Véase Naspartek "el agua tóxica de Mario" en "Sexuación y semblantes . ¿mujeres anoréxicas , hombres toxicomanos?" (2002) Ed. Plural. Bolivia. p. 20. Este es el caso de un paciente que era adicto al agua. Una sustancia extremadamente venenosa para él en grandes cantidades.
3 Ver Lyvers, Michael Drug Addiction as a Physical Disease: The Role of Physical Dependence and Other Chronic Drug-Induced Neurophysiological Changes in Compulsive Drug Self-Administration en "Experimental and Clinical Psychopharmacology" (1998) American Psychological Association, Inc., Vol. 6, No. 1, 107 - 125
4 Lo simbólico es una función compleja que está presente en toda actividad humana. Esta función distingue al ser humano del mundo animal. Lacan utiliza el neologismo "parletres" (seres parlantes) para aclarar esto. Cuando el ser humano nace, entra en un mundo de lenguaje. Este mundo del lenguaje preexiste al sujeto, y está lleno de deseos, expectativas, planes para este bebé. En otras palabras, este discurso expresa la demanda y el deseo hacia el recién nacido. Lacan llama a esto el "Otro" y es el "tesoro de los significantes".
El significante es el elemento básico del mundo simbólico y es responsable de la regulación de todos los vínculos sociales y de la diferencia sexual. El significante permite "leer" los síntomas psicoanalíticos.
5 La lógica del estructuralismo y la tentativa de Lacan de introducir el psicoanálisis en el campo de la ciencia se encuentran en el libro de Jean-Claude Milner, La obra Clara: Lacan, la ciencia, la filosofía. Capítulo: El doctrinal de la ciencia. (1995) Buenos Aires Ed. Manantial
6 S'aperçoit qu'il est marrié avec sa queue.
7 il n'y a rien pour mieux faire phallus
8 Este es el fragmento completo en francés: Vous me pardonnerez d'appeler ça comme ça, c'est ce qu'on appelle généralement pénis ou pine, et qu'on gonfle en s'apercevant qu'il n'y a rien pour mieux faire phallus, ce qui est évidemment une
complication, une complication liée au fait du noeud, à l'ex-sistence, c'est le cas de le dire, du noeud. Pero si hay algo que se hace en los cinco psicoanálisis para mostrar la relación de la angustia con el descubrimiento del pequeño pene, lo llamaremos
así también, es muy claro, es cierto que es concebible que para la pequeña niña, como se dice, es más fuerte, es por eso que está más feliz; es por eso que tiene que pasar un cierto tiempo para darse cuenta de que el pequeño pene no existe; ça lui fout de l'angoisse aussi, mais c'est quand même une angoisse par référence, par référence à celui qui en est affligé ; je dis " affligé ", c'est parce que j'ai parlé de mariage que je parle de ça ; todo lo que permite hacer este matrimonio es evidentemente bienvenido, como el éxito de la droga, por ejemplo; no hay otra definición de la droga que ésta: es lo que permite romper el matrimonio con el petit-pipi
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